Wisława Szymborska
Poetessa polonesa
EPIGRAMAS
MARCO VALERIO MARCIAL
Marco Valerio Marcial nació en Hispania alrededor del año 40 d.C., y murió allí mismo no más tarde del año 104 d.C., aunque sus mejores años como creador los pasó en Roma, donde se granjeó una gran fama como maestro del epigrama. La naturaleza le obsequió con un mordaz sentido del humor y, además, en un arrebato de generosidad, con un poderoso instinto de conservación, gracias al cual el poeta siempre supo hasta qué límite podía llegar con sus bromas. Así pues era un satírico, pero prudente, se mofaba, pero con bondad, y azotaba, pero no con una correa, sino con una pluma arrancada de la cola de un gallo. Tampoco piensen ustedes que puso a nadie en ridículo, ni tan siquiera al despiadado emperador Domiciano, a quien, siempre en el momento oportuno, dedicó un entusiasta panegírico. (Las personas son, a decir verdad, dignas de reprobación, pero el César es divino y no tiene defectos. Roma nunca antes ha respirado más a pleno pulmón que ahora, bajo el pie de nuestro amado soberano.) Ni siquiera tras su muerte, Marcial pagó el precio debido por su oportunismo: el tiempo también lo trató con una condescencia amoral. Los panegíricos simplemente se perdían en el olvido mientras sus agudos epigramas se conservaban en la memoria de las generaciones venideras y, hoy incluso, siguen retratando al poeta en su mejor perfil. No sé en otros países; pero en el nuestro, Marcial ha tenido además la suerte de encontrar a su traductor ideal en la persona de Stanisław Kołodziejczyk. Sus traducciones no nos sirven como objetos de exposición en un museo, sino que es más bien humor de uso diario: finales hábilmente resultones, vivacidad, gracia, laconismo... Solo en dos momentos la traducción me ha parecido demasiado forzada: el primero, cuando el poeta antiguo sueña con una vida tranquila en...Pikutkowo;26 y el segundo, cuando se dice de alguien «que fabricaba el dinero como churros», porque no me parece una expresión muy romana. De las más de mil piezas de Marcial, Kołodziejczyk no llega a escoger ni una quinta parte, pero ojalá los dioses les permitiesen a todos los poetas pervivir durante diecinueve siglos con solo ese caudal... Ya me conformaría yo con que solo me sobreviviera un epigrama como este, pero, por desgracia, es de Marcial:
Ni por un asesinato ni por un alboroto,
por tres cabras tengo yo un pleito con un vecino,
digo que las robó, pues desaparecieron como una piedra
en el río. Y por eso el juez me pide testigos.
Pero tú con la Batalla de Cannas nos obsequias,
rememoras la cólera de esos perros púnicos,
sacas de su tumba a Sila y a Cayo Mario,
a Mitrídates y a los gloriosos Escévola,
Retruenas y adoptas poses heroicas.
¡Solo son tres cabras! Póstumo, recuerda.
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